Últimamente me ha dicho bastante gente que soy rara.
No te preocupes, no me lo tomo a mal. Es más, lo veo un piropo.
Fíjate si soy rara, que tanto he buscado sobre gusanos de seda, que algún algoritmo diseñado por un matemático más raro que yo, ha decidido recomendarme que consulte un artículo titulado “Caracterización de larvas de lepidópteras presentes en el cultivo del frijol en el Estado Falcón”.
Tan rara que escribo al dueño del mejor blog de gusanos de seda que encuentro en internet, para que me pase una raza no hibridada de estos bichos para poder plantear cruces que ayuden a explicar la genética.
Tan rara que siempre que voy por el mercado de Alicante estoy buscando las cosas más variopintas para enseñar a usar el microscopio a unos profesores.
Tan rara que me voy fijando si este año las golondrinas se han retrasado unos 20 días. Tranquil@, está de vuelta.
Tan, tan rara, que me cruzo media ciudad para conseguir morera que sé que no está fumigada para alimentar a mis gusanitos de seda.
Pero esas rarezas, amig@ lector, las hago con un noble fin: enseñar a l@s niñ@s a maravillarse con la ciencia que tienen a su alrededor y despegar la cabeza de las malditas pantallas.
Porque lo que viene siendo normal, qué quieres que te diga, cada vez me gusta menos.
Lo normal es que los investigador@s se encierren en un laboratorio y pierdan conexión con la sociedad. Desgraciadamente llevo más de 20 años viendo eso.
Lo normal es que una maestra de colegio vea la ciencia como algo difícil y lejano y no se atreva ni siquiera a acercarse. Y entonces recurra a un libro donde hay un esquema muy bonito que explique la metamorfosis. Quizá le gustaría hacer más, pero no se atreve.
Lo normal es que para que el niñ@ se entretenga le pongas vídeos de youtube en bucle. Pésimo para su desarrollo cerebral, pero por desgracia cada día más normal. Ya veremos como acaba la cosa en unos añitos.
Llámame rara, pero no me gusta esa normalidad.
Y estoy emperrada en poner mi granito de arena para cambiarla: sacar al investigador del laboratorio, enseñar a la profesora a acercarse a la ciencia sin que le de miedo y darle al padre una alternativa a la pantalla para que viva aventuras maravillosas con su hij@.
Te advierto que a parte de rara soy MUY cabezota.
Si te sientes un poco rar@, tengo un curso de gusanos de seda, que probablemente sea de las cosas más raras (y maravillosas) que hayas comprado:
Un abrazo,
Txus, veterinaria rara de narices