Pobres berberechos
Y pobres mariscadoras
Una de las excursiones en familia que recuerdo con más cariño fue en las Rías Bajas de Galicia. Si la memoria no me falla creo que en Cambados.
Una mariscadora jubilada nos introdujo de una forma fascinante en la vida de la Ría.
Era una narradora de historias maravillosa.
Recuerdo que iba descalza porque decía que así sentía más la arena.
Primero nos llevó a mariscar, cosa que nos encantó. Aprendimos a diferenciar las principales almejas de la zona. Luego vimos la cofradía en la que se depuraba el marisco y también nos llevó a pasear por el pueblo.
Con sus historias contadas en ese entorno precioso, nos transportábamos a cada uno de los momentos de su vida cómo hubiéramos saltado dentro de la pantalla del cine y estuviéramos espiando a los protagonistas.
Su marido era pescador. Ella mariscadora. Un modelo frecuente en su época por aquella zona. Los hombres iban a la mar, las mujeres quedaban mariscando.
Sin saber nada de lo que hoy conocemos como pesca sostenible, las mariscadoras se dieron cuenta que si cogían las conchas más pequeñas, al año siguiente no tenían suficientes.
Así que ellas mismas se fueron poniendo normas para que su actividad fuera más sostenible: no podían coger conchas más pequeñas de un determinado tamaño (hoy esto se conoce como tallas mínimas).
Y así organizaron un sistema sostenible de explotación de la Ría. Se sabían parte de un ecosistema y querían cuidarlo. Quizá deberíamos todos a veces quitarnos los zapatos.
Me impresionó lo adelantadas a su tiempo que estaban esas mujeres, lo emprendedoras y fuertes que eran.
En estos últimos tiempos estaban descubriendo que contar su historia a los turistas, era una forma de generar recursos, al tiempo que realmente te hacía comprender la esencia de ese sitio tan precioso que estabas visitando.
Ganábamos tod@s.
Ayer veía en el telediario con tristeza que no hay berberechos este año. La salinidad del agua ha bajado hasta niveles que hacen inviable la vida de este animal.
Se ha roto el equilibrio.
Estos días estoy ultimando una situación de aprendizaje en la que quiero mostrar cómo es un ecosistema.
Pero no en un esquema, sino haciendo uno.
Propongo hacer un acuario en clase y a través de historias, como la de la mariscadora, ir enseñando cómo se establecen los equilibrios que son necesarios para que este sea sostenible.
Creo sinceramente que uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos como especie es mantener el equilibrio. Y si lo entendemos, si lo sentimos, lo cuidaremos.
Estate atento estos días a la newsletter.
Muy pronto, “Un acuario en clase”
Un abrazo
Txus, veterinaria científica