Ha sido una de las semanas más increíbles desde de que empecé el proyecto de Danio. De esas en las que de repente te cuadran todas las piezas del puzzle con el que has ido jugando durante mucho tiempo.
Verás,
He hecho una visita por Euskadi. Mi objetivo era doble: iba al colegio Aitor Ikastola a dar un curso de microscopía para docentes y también iba a revisar los resultados de un experimento que había propuesto a l@s alumn@s con el proyecto de Danio.
Inesperadamente también me surgió una visita guiada por la maravillosa exposición de la ballena, de mano de dos de las investigadoras que trabajan en el laboratorio con Elena Vecino, Xandra y Noelia.
Es decir, he tenido la oportunidad de vivir la realidad del sentir de dos mundos increíblemente importantes para nuestra sociedad como son la educación y la investigación.
Creo que tengo para hablar de todo lo que he aprendido en este viaje durante más de un mes, pero hoy me quería quedar con una reflexión.
El mundo de la ciencia y la docencia se necesitan mutuamente, pero se desconocen el uno al otro. Hay un abismo inmenso entre ambos.
Noelia y Xandra son dos investigadoras de chapó. Son capaces de coger el ojo de una ballena y estudiarlo y desmenuzar tod@s sus secretos, y sacarle “el pringue” de tal manera, que están estudiando una posible vía de regeneración nerviosa que podría llegar a ayudar en un futuro a personas con parálisis.
O no. No lo sé.
Pero necesitamos urgentemente que la prueben. Que se lo pregunten a alguien que vaya en silla de ruedas.
En Aitor me he encontrado con una plantilla de profesor@s absolutamente maravillos@s, volcados en buscar lo mejor para sus alumn@s. Son plenamente conscientes de que la ciencia es importante y están decididos a que entre en su colegio por la puerta grande.
Pero ¡ay amá! como dicen mis amig@s de esas tierras, ¡qué miedo da eso!
Porque ¿por dónde empiezo?, ¿qué se puede hacer?, si yo de esto no sé, si no tengo tiempo ni para respirar, ¿y si meto la pata? ¿y si lo hago mal?
y si, y si , y si….
La docencia necesita gente de la ciencia, que le guíe en las posibilidades que tiene de abordar esta aventura, que le dé una mano y que le haga sentir segura.
Para que así, ell@s usen su magia con l@s niñ@s en hacérsela llegar, porque ahí amig@ lector, no hay quién les gane.
Y en Aitor se están dando cuenta de que unir ciencia y escuela es posible.
Ell@s hacen el proyecto de Danio todos los años. Este año, les propuse una investigación real, de la que no sabía su respuesta y que la necesitaba para saber cómo abordar el kit de Danio en casa que estoy desarrollando.
Es@s niñ@s guiad@s por sus maestras me han dicho con sus investigaciones cómo lo tengo que hacer. Me han dado datos científicos incuestionables que voy a aplicar en mi próximo producto.
En definitiva, una investigación básica, con aplicación industrial directa, hecha por niñ@s de 10 años.
No sé si entiendes la trascendencia de esto.
Es MUY DIFÍCIL que una investigación llegue a aplicarse en la clínica o en la industria. Toca probar muchas cosas y la gran mayoría se descartan o no terminan de avanzar porque no hay una buena unión entre todos los agentes necesarios.
Pues en esta escuela lo hemos conseguido entre tod@s.
Con profesoras que al principio estaban asustadas, pero que pusieron la mejor de sus voluntades, se dejaron guiar, sacaron su varita mágica con l@s niñ@s y han conseguido este hito tan increíble.
Me quedó claro que en Aitor ya ha entrado este gusanillo de la ciencia y no van a parar.
La luz de los ojos de las maestras al descubrir lo que se ve por esos microscopios que tenían en un laboratorio escondidos, los abrazos que me daban l@s niñ@s al acabar sus exposición… esa emoción ha venido para quedarse.
Y yo les voy a ayudar a que eso no pare.
Este año han hecho dos proyectos científicos: Danio y uno de la corrosión de los metales, en diferentes cursos.
Y para el año que viene ya están están evaluando el siguiente: los gusanos de seda.
Si quieres que la ciencia entre en tu escuela o en tu casa, aquí tienes un muy buen punto por el que empezar.
Son animales muy sencillos, conocidos y baratísimos, pero a los que puedes sacar mucho más partido que ponerles morera y ya está.
Aquí te lo explico en detalle:
Ahora cuesta 90 euros. No sé cuando lo volveré a sacar, pero estoy segura de que será más caro.
Un abrazo
Txus, veterinaria científica.